domingo, 10 de agosto de 2014

Capítulo 36.

Cinco días.
De nuevo, una llamarada subió por su garganta hasta su boca, produciendo una desagradable tos, que estaba reduciendo poco a poco con el paso de los días. Ahora no tenía frío, ni fiebre, pero su amiga no dejaba de preocuparse, como si estuviera muriendo. A ver, reconocía que se había encontrado muy mal cuando fue al médico, pero éste le había recetado medicamentos y ya se sentía mucho mejor. De hecho, casi necesitaba salir de allí y estar tranquilo, aunque el hecho de que Elisabeth estuviera pendiente de él no podía evitar sacarle una sonrisa. Él quería que fueran algo más, quería no tener que sentir celos si algún chico se acercaba a ella, pero estaba claro que el sentimiento no era mutuo. Suspiró. Estaba atento al silencio de su casa, todos estaban fuera; el pequeño con la abuela y sus padres trabajando. Llevaba una hora esperando a su amiga para que vieran una película, pero no sólo ella se retrasaba, sino que él no tenía ganas de quedarse en casa. Cogió las llaves y se abrigó bien antes de salir.
No estaba más lejos de dos pasos de su porche cuando vio a Elisabeth corriendo hacia allí, con el pelo enmarañado, la bufanda casi rozando el suelo y sus pequeños y suaves labios entreabiertos buscando un poco de oxígeno que respirar. Se quedó quieta con sorpresa mientras veía a Lucas caminar hacia ella, preguntándose qué hacía.
- Estás enfermo, deberías estar en casa. -dijo intentando recobrar el aliento.
- Ya, venga, vamos, que se nos escapa el autobús.
Agarró el brazo de su amiga y tiró de ella hacia la parada del autobús mientras ésta no dejaba de repetirle que debería estar delante de la chimenea o tapado con una interminable capa de mantas. Llegaron justo a tiempo para coger el autobús, con la suerte además de tener dos asientos libres juntos. Ella aprovechó que estaba sentada para colocarse bien la bufanda y atusarse el pelo con las yemas de los dedos.
- ¿A dónde se supone que vamos?
Lucas retiró la mirada de la ventana y sonrió a su acompañante.
- Al parque de atracciones.
Los ojos de la chica casi salieron de sus órbitas. Empezó a negar rápidamente con la cabeza y se levantó de su asiento. Su amigo la miró con gesto interrogante, un poco asustado de su reacción.
- Odio lasatracciones. No puedo. Tengovértigos. Odiolasalturas. No quiero ir. Me bajaré en la próxima parada. Yono puedo, no, no, no.
Hablaba tan rápido que era un poco difícil comprender lo que decía. Lucas se levantó de su asiento y se puso a su lado, agarrando la misma barra que ella. Pasó su mano por la mitad de su espalda y la acarició.
- Vamos, será divertido. Además vas conmigo, preciosa. No te va a pasar nada.
Elisabeth se empezó a sentir muy incómoda. No quería que la viera como una niña estúpida que no se atreve a montar en atracciones, pero la verdad es que se mareaba mucho y veía las cosas distorsionadas cuando se encontraba en lugares altos, pero si esos lugares estaban en movimiento...
No podía mirar a Lucas a la cara, se sentía tan avergonzada. El estómago se le revolvía sólo de pensar en la imagen que le daría, de una cobarde.
El autobús paró y el chico le agarró la mano con suavidad y tiró de ella para salir del vehículo.

***

- Deberías estar ensayando, idiota.
- Es más divertido ir al cine. -dijo mientras agarraba una palomita y ponía los pies en el respaldo del asiento de delante.
Tan sólo había dos o tres personas en la sala. Harry supuso que si escogían la sesión más temprana, no habría mucha gente y además tendrían tiempo de tomar algo después y, la verdad es que era cierto. Estaba aliviado de poder pasar tanto tiempo a solas con ella, con un poco de suerte conseguía "conquistarla" como decía Niall. Sin embargo, a su parecer, ella estaba un poco reacia a ser algo más que amigos, pero no le importaba, estaba conforme mientras pasaran el rato juntos.
- Yo odio el cine. -dijo seriamente la italiana.
La sonrisa de Harry se borró inmediatamente. La había cagado pero bien. Intentaba gustarle a Helen y ni si quiera sabía que odiaba el cine. No podía haberla llevado de compras o algo así, se supone que eso es lo que les gusta a las chicas. Era tan estúpido. Podría haberlo pensado más detenidamente.
Las carcajadas de la chica le interrumpieron. La miró sorprendido mientras las lágrimas y las risotadas salían a borbotones.
- ¡Te tenías que haber visto la cara! -dijo con voz aguda mientras se agarraba el abdomen, que le empezaba a doler de la risa- Es broma tonto, adoro el cine.
Harry no sabía que decir. Acababa de hacer un ridículo espantoso.
- Me vengaré, que lo sepas. -comentó cruzándose de brazos.
Helen se inclinó y le regaló un suave beso cerca de la comisura de los labios. El inglés agradeció que las luces se apagaran en ese momento porque las mejillas pasaron a un color rojizo en cuestión de segundos. Realmente, ella había querido besarle la boca, pero por su mente no dejaban de pasar todas las reacciones que había podido tener su amigo si lo hubiera hecho. Seguramente se habría apartado y habría dejado de hablarle en lo que quedaba de tarde. O en cuanto hubieran salido, se habría excusado y habría salido corriendo. El corazón de la chica latía a mil imaginando la sensación de juntar los labios con los del inglés. Cerró los ojos y respiró profundamente intentando que el aire alejara aquellas estúpidas ideas de su mente.

***
Habían subido a demasiadas atracciones como para contarlas y Elisabeth sentía que lo poco que había ingerido durante la comida iba a acabar en el suelo en pocos minutos. Su cara ya no estaba pálida, sino que tenía un color amarillento y sus manos no se podían despegar del vientre.
- Necesito un descanso. -murmuró.
Caminaron juntos hacia un banco un poco alejado del ruido y se sentaron. Lo cierto era que la chica se lo había pasado rematadamente bien, pero su miedo a las alturas no iba a desaparecer por montarse en varias montañas rusas un poco más pequeñas que la atracción estrella del parque, la cual, si no le fallaba su instinto, estaba segura de que Lucas subiría en ella también.
- Perdona por estropearte la tarde, no era mi intención.
El chico la miró con ternura, la había arrastrado hasta allí y aún así pedía disculpas. No podía más. Quería besarla. Y no hizo más que seguir su instinto. Porque necesitaba intentarlo definitivamente, necesitaba hacerla olvidar a ese inglesito que era un obstáculo para él porque, por muy egoísta que sonara, él no había estado con ella cuando peor lo había pasado.
Pasó su mano por su mejilla sonrosada por el frío y le acarició la mandíbula hasta dejar sus dedos en su barbilla y levantarla para poder mirar con claridad su rostro. Acercó su nariz hacia la de ella y la miró a los ojos, esperando ver algún rechazo en ellos, pero se sorprendió al ver que estaban cerrados, esperando por su beso. Así que los rozó con los suyos y la besó. De la manera en la que no había besado nunca a nadie, despacio y por una vez con sentimientos verdaderos, transmitiéndose con dulces movimientos. Pero como siempre, lo bueno acaba y ella fue quien decidió separarse.
- Quiero que lo intentemos. -dijo Lucas anteponiéndose a lo que ella tuviera que decir.
- ¿Qué?
- Eres la primera tía que de verdad me gusta y quiero salir contigo.
Ella sonrió con ternura, pero realmente no estaba segura de que fuera buena idea. Le gustaba Niall, no Lucas. Era consciente de que a él no le había dicho eso hacía tres días en el parque, pero no esperaba que se hiciera ilusiones. Por otro lado, tenía bastante claro que no iba a volver a Londres. Sus padres no lo permitirían y allí nadie querría verla. Añoraba su ciudad, pero no tenía esperanzas de volver a pisarla. Eso significaba que no vería al irlandés y que por tanto Lucas tenía vía libre. Si salía con él, se acabaría enamorando y todo iría bien, pero ella no había tenido nunca novio y seguro que no se le daría bien, lo último que quería era hacerle daño a él. Estaba decepcionada con la situación. En las películas las cosas no eran así de complicadas. Pero en las películas, los personajes estaban enamorados.
Su cerebro dejó de pensar en el mismo instante en el que vio el rechazo en el rostro del chico. Se acercó de nuevo a él y le besó, susurrando contra sus labios que lo intentaría.

Para mi musa Cris.

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