miércoles, 27 de marzo de 2013

Capítulo 22.

Las lágrimas acariciaban su rostro sin parar. Sentada junto a la ventanilla del avión acariciaba el juego de llaves que no volvería a usar. Se desabrochó el cinturón al contemplar el océano atlántico que le separaría de su antigua vida. Elisabeth no podía dejar de pensar en todo lo ocurrido esa mañana.

Helen acababa de meter la última caja en el camión de la mudanza mientras era cuidadosamente observada por su amiga. Se dio la vuelta y la miró. Miró aquellas increíbles esmeraldas inundadas en un líquido transparente y salado.  Poco acostumbrada a que su amiga mostrase sus sentimientos se acercó para abrazarla y juntas cogieron un taxi para dirigirse al aeropuerto. Elisabeth miró por última vez el portal en el que esperaba a su amiga todas las mañanas después de comprar el periódico. Miró por última vez la ventana que daba a su salón. Miró por última vez la calle empedrada por la que caminaba todos los días para dirigirse al instituto. Miró el encapotado cielo londinense y se metió en el taxi que la esperaba. 
Las lágrimas ya no recorrían sus mejillas ni nublaban su vista. La nostalgia se encargó de distraerla durante todo el camino con recuerdos y sonrisas que había compartido junto a sus padres. Recordó cuando su hermano nació y ella, con tan sólo nueve años pudo ver como el pequeño con unos ojos tan verdes como los suyos, le sonreía. Había sido de Chris de quien más que le había costado despedirse y sería de él de quién más se alegraría al ver. 
El coche negro en el que montaban se paró. Elisabeth le tendió el dinero al taxista y salió junto a su amiga. Ambas se dirigieron hasta la puerta de embarque y se sentaron en las sillas que había junto al ventanal. Por megafonía acababan de dar el primer aviso para su vuelo cuando las dos amigas se miraron. Empezaban a estar impacientes, los chicos se retrasaban demasiado y, si no se daban prisa, en el siguiente aviso la española embarcaría y no se podría despedir de ellos. Tras diez minutos diciéndose lo mucho que se echarían de menos y hablando sobre en cuántas redes sociales se crearían perfiles para poder hablar gratuitamente, sonó el aviso que ninguna deseaba escuchar. Se miraron a los ojos, esta vez sólo los ojos castaños de la italiana tenían lágrimas. 
- Te quiero Helen. 
- Te quiero Beth, no me olvides. 
- No podré. - respondió la chica separándose del abrazo. 
Sacó el pasaporte, se dirigió a la puerta de embarque y se lo entregó a la azafata, quien lo revisó minuciosamente. 
- ¡Elisabeth! ¡Espera! - oyó una fuerte y conocida voz a sus espaldas. 
Ésta se dio la vuelta y contempló como un rubio seguido de cuatro chicos, corrían como si les fuera la vida en ello. Esperó con una sonrisa a que llegasen a su altura para entonces recibir un gran abrazo de grupo.
- Te llamaré todos los días. - habló el irlandés tras esperar a que todos sus amigos le regalaran un beso en la mejilla a la española.
Ninguno lloraba. Ninguno decía lo que realmente sentía.
- Señorita, debe embarcar o perderá el vuelo.
La aguda voz de la azafata hizo que los dos amigos volvieran a la realidad. Se miraron durante unos segundos a los ojos intentando transmitirse lo mucho que se echarían de menos el uno al otro. Elisabeth se acercó con cuidado y besó a su amigo cerca de la comisura de los labios.
- No me llames Elisabeth.
Y tras la mejor sonrisa que le pudo dedicar en esos momentos a Niall y el resto de sus acompañantes agarró el pasaporte que la amable muchacha le tendía y se marchó con su equipaje de mano sin mirar atrás.

La señora que se sentaba junto a ella la miraba fijamente con compasión. Sin decir una palabra,  le puso una mano en el hombro intentando mostrarle todo su apoyo consiguiendo así la sonrisa más sincera que la joven había mostrado en toda la mañana. 

domingo, 10 de marzo de 2013

The last moment.

Hola lectoras, personitas importantes que pasáis por aquí, Directioners, Beliebers o cualquier persona que ahora mismo desee regalarme una visita. Bueno, acabo de leer en un blog una entrada que me ha parecido demasiado emocionante como para que no sea distribuida por la fanbase así que, os voy a dejar el enlace de esta entrada. Directioners por favor, merece la pena leer. Si por algún casual no os carga el enlace o lo que sea os la voy a copiar al igual que ha hecho Erika, que es la chica que ha copiado la entrada en su blog. Disfrutadlo.
http://erihollywood.blogspot.com.es/2013/03/the-last-moment.html


Destruido. Así es como me siento. Destruido exactamente como un cristal hecho añicos, como un pie roto, pero ahora lo que tengo es un corazón roto, una mente destruida,un futuro destrozado.
Respiré hondo y di un paso dentro del gran escenario con mis cuatro hermanos, inhalando y exhalando el aire fresco. El público quedó en silencio en Moments y el foco nos iluminó, uno por uno. Tragué saliva y di un paso adelante. Esto es todo.

“Vosotros, chicos, vosotros sois la razón, sois la razón de todo esto” Dije, mis labios temblaban y mis ojos comenzaban a llenarse de lágrimas por todas las hermosas caras frente a mí.
“Desde el momento que sostuve este micrófono, y empecé a cantar hace cinco años, hasta este momento, jamás había estado más agradecido de llamaros mis hermanos”. Caminé en el escenario, tratando de ignorar que una lágrima caía de mis ojos.
Hoy es el día, donde todo se termina, donde mi vida y mi futuro básicamente terminan, me tomé un momento para mirar al público, dejando mis lágrimas escapar y con cada lágrima que se deslizaba, una pequeña parte de mi corazón se rompía aún más.
“Todo lo que pasó, cada memoria, cada sonrisa en nuestros labios, todas las palabras que os dijimos, todo… es ahora un recuerdo, nada más que un recuerdo.”
Antes de que pudiera terminar mi discurso, tragué saliva. De pronto, Niall se adelantó. Puso el micrófono en sus labios y desesperadamente habló.
“¡No!” Me gritó increíblemente. Sus ojos se abrumaron de miedo y sus labios mascullaban palabras que apenas lograba entender.
“No podemos hacer esto, no puedo hacerlo, no tengo a nadie, absolutamente a nadie, Harry” Dejó que su cara cayera en entre sus manos y se agachó, dejando escapar sus lágrimas.
Todos teníamos lágrimas en los ojos, pero no eran solo lágrimas. Eran lágrimas que contenían recuerdos, contenían sufrimiento, felicidad, locuras, emociones y corazones rotos.
Caminé hacia donde estaba Niall. El público estaba en shock, y en completo silencio. El único sonido que podía oír eran mis zapatos caminando hacia Niall, y su llanto.
Miré a mi hermano herido y me incliné junto a él “Es la hora, Niall” Le susurré al oído, gentilmente puse mi mano en su espalda. Él me miró con sus ojos azules, esos ojos azules que nunca mentirían.
Sus ojos se humedecieron más “por favor, quédate” me rogó, mordiendo sus labios.
Mi mente rechazaba todo pensamiento diciendo estar de acuerdo con él, deseando hacer esto esta noche. No podía ver a Niall llorando frente a mis ojos, y no podía hacer nada al respecto, no tenía poder alguno, ninguna elección.
Quité el ceño que se había formado en mi cara y me puse de pie, suspirando. Sentí como si mi corazón fuera a explotar en llanto, si eso fuera posible. Mis piernas no podían sostenerme por más tiempo y sentía como si no pudieran sostenerme del todo.
“Habéis estado ahí mucho tiempo, la primera vez que estuvimos en el escenario y la última.” El público jadeó. Sorbí mi nariz, deseando que algo viniera detenerme.
Pero nada me detuvo, y nunca había estado tan decepcionado en mi vida.
“Esta noche, terminamos esto en el mismo lugar donde lo empezamos.” Dije.
Mi micrófono cayó de mis temblorosas manos y me giré hacia Louis. Estaba en lágrimas, y también lo estaban los otros chicos, desde dentro y solo eso, me hizo sufrir más de lo suficiente.
Louis caminó hacia delante y vino al centro del escenario. Se limpió las lágrimas de la cara y puso una sonrisa en su rostro, “Recuerdo la primera vez que estuve en este escenario, estaba muy nervioso. Pensaba, wow, no tengo ninguna oportunidad, con toda esa gente ahí, mi sueño no se volvería realidad, yo creí que no iba a llegar a ningún lado. Y mirad adónde eso me llevó. La primera canción que cantamos juntos fue mágica, tal vez solo por unos minutos, pero fue definitivamente  mágica. Me paré ahí, orgulloso de llamar a esos maravillosos chicos mis hermanos. Estábamos felices y agradecidos, aún lo estamos. Pero sabéis lo que la gente dice ¿las cosas buenas no duran para siempre? No lo creía entonces, porque yo era feliz, estaba lleno de felicidad cada vez que escuchaba eso. Algunas personas están destinadas a ser separados después de una cierta cantidad de tiempo, para vivir sus vidas, enamorarse, casarse, vivir una vida normal y tener una familia, todos quieren eso, y no puedo mentir y decir que no quiero eso también. Vosotros, vosotros hicisteis que esto pasara, así que gracias. Jamás había estado tan agradecido en mi vida y siento decepcionaros, siento mucho decepcionaros.”
Él me miró, suspirando, tratando de contener sus lágrimas, pero no pudo hacerlo. Caminé apresuradamente hacia Louis, corrí dentro de sus brazos, sin preocuparme si alguien nos miraba, aún en shock y desilusión.
“Te quiero, Harry” Susurró en mi mejilla.
“También te quiero, Louis” Sorbí mi nariz, me apreté a su torso, acercándolo a mí. Estuvimos ahí un momento, analizando lo que había pasado.
De pronto, Liam tosió ligeramente en su micrófono. Dio un paso adelante, mientras Zayn iba a consolar a Niall, con su corazón destruido.
“Chicos, ¿recordáis los vídeo diarios?” La cara de Liam se iluminó, sonrió mientras decía esto. Una sonrisa que todos deseábamos permaneciera siempre en su cara.
Todos sonreímos, pensando en todos esos asombrosos y maravillosos momentos que habíamos tenido juntos. Tuvimos los más increíbles momentos.Nos dimos cuenta de que jamás volverían. Me volvía loco.
Nuestros rostros sonreían, recordando los viejos tiempos. Liam fue hacia el final de las escaleras y se sentó en un escalón. “¿Os gustaría uniros?” Nos preguntó Liam.
Caminamos hacia él, y nos sentamos en las escaleras. Louis y yo en el último escalón, Niall y Liam detrás de nosotros, y Zayn al final. Me sonreí a mí mismo pensando en lo cerca que estábamos, lo conectados que nos sentíamos, y lo felices que estabamos solo por sentarnos en la misma posición.
“Soy Louis” Empezó Lou, y me miró.
“Soy Harry” Lo miré, y tomé su mano.
“Soy Liam” Dijo Liam sonriendo.
“Soy Niall” Murmuró las palabras, apenas y podía hablar.
“Soy Zayn” Dijo Zayn al final.
“Y nosotros fuimos One Direction” Dijimos todos al mismo tiempo, casi susurrando en el eco de del lugar, considerando lo silencioso y triste que estaba, nuestras voces sonaron en sincronización por última vez.
Nos pusimos de pie y luchamos por estar en los brazos de cada uno, consolándonos los unos al los otros, haciendo que cada uno se sintiera amado.
El último abrazo de grupo, por siempre. Nunca quisimos que terminara, puedo decir, estuvimos ahí por un momento, absorbiendo los sentimientos.
“Nunca había había estado más orgulloso de llamaros mis hermanos” Louis miró sobre el abrazo y nos habló a todos nosotros.
“Os amo, chicos. Vosotros sois mi familia” Niall asintió y dejo ir un suspiró y formó una sonrisa. Una forzada.
Nos detuvimos, sin quitar los ojos de cada uno. “Esto es el final” Zayn nos miró a los cuatro, y se quitó su brazalete de “la primera canción”.
“Gracias, por todo” Lo lanzó a una chica suertuda en la multitud que lo atrapó, quedándose con todos los recuerdos en él.
Todos tomamos los nuestros, e hicimos lo mismo, nuestros corazones estaban tan doloridos que apenas podían hablar.
“Buenas noches a cada noche, y buenos día a cada día. Pero por ahora, yo soy Harry Styles y esto es la final, adiós.” Puse mi micrófono al centro del escenario y comencé a alejarme. Esto tenía que ser falso, necesitaba algo que me dijera que no era verdad. Esperé por alguien que me dijera que esto era un sueño, y esperaba despertar.
Pero no pasó.
“Para mi segunda familia, adiós. Soy Louis Tomlinson” él puso su micrófono junto al mío y fue a una diferente dirección que yo.
“Mi corazón os pertenece, mantenedlo a salvo, Soy Liam Payne, y os amo” Tres micrófonos estaban ahora en el piso.
“Soy Zayn Malik, y vosotros sois lo mejor que me ha pasado” Miró hacia abajo y empezó a llorar. Saber que una lagrima caía de sus ojos, hizo que una cascada cayera de los míos.
“Vosotros me hicisteis quien soy hoy, y jamás he estado más agradecido. Vosotros me hicisteis Niall Horan.” Niall puso su micrófono junto a los otros cuatro en el escenario y se fue por un camino diferente.
Y esa fue, esa fue la última vez que estuvimos en el escenario de The X Factor, y esa fue la última vez que nos vimos. Por su puesto, no hablábamos mucho después de la separación, pero teníamos esta silenciosa hermandad que nos mantenía más juntos que nunca.
Y ahora aquí estoy, diciéndoles la historia de cómo conocí a mis hermanos, mi segunda familia, y cómo algunas cosas en la vida, son muy importantes para romperse, solo así pueden reunirse una vez más.
Tomé un último respiro en cuando le dije a mi hija la historia, recostado en mi cama del hospital. Unos respiros más y voy, chicos. Pensé.
“Te amo” logré decirle a mi hermosa hija.
Aquí voy con vosotros, chicos, no vais a estar solos. Ya voy.
Tomé un profundo suspiro, sin saber que era el último, sonreí a Darcy y cerré mis ojos de una vez por todas.
Después de todo, la verdadera conexión nunca se puede romper, y la de nosotros nunca se rompió, solo se lastimó.
Y esta fue mi vida; One Direction.

Yo lo encontré aquí. Y no quise perderlo.

domingo, 3 de marzo de 2013

Capítulo 21.

Por la ventana de la habitación de su piso se podía ver como el sol se despedía inocentemente tras la línea del horizonte. Elisabeth se encontraba arrodillada frente a una caja de cartón. Con una foto enmarcada entre sus manos y lágrimas recorriendo sus mejillas con rapidez. Comenzó a sollozar cuando una de las pequeñas gotas de agua salada que brotaban de sus ojos, cayó sobre el cristal que protegía aquel papel. Sostenía uno de los mejores momentos que había pasado en Inglaterra. Su primer día de instituto junto a Helen. Las dos chicas, a los doce años, con una sonrisa despampanante cada una y ambas con el mismo recogido de pelo; dos coletas tras sus orejas. Irradiando felicidad por el simple hecho de estar juntas.
- Cierra el grifo ya. - dijo una voz a sus espaldas mientras pasaba un brazo sobre sus hombros.
Dirigió la vista hacia su acompañante y se encontró con unos preciosos ojos azules verdosos.
- Oye Beth, te aseguro que lo que decíamos en la canción iba completamente en serio. Volveremos... - dudó unos segundos - Volverá a por ti. Ese rubio que está ahí fuera intentando retener las lágrimas irá a buscarte a España.Y si no lo hace, le obligaré yo.
El mayor de los chicos consiguió arrancar una sonrisa en el rostro de Elisabeth. Ésta cerró la caja tras meter la foto y se dirigió al salón junto a Louis, donde se encontraban los demás. Niall, sentado en un sofá para dos, con una guitarra entre las manos, le hizo una señal a la chica para que se sentase junto a él. Ella obedeció.
- ¿Y esta guitarra? - preguntó contemplando la cinta de color azul celeste que se agarraba a la guitarra.
Ese no era el instrumento de Niall pues el del chico tenía la cinta negra.
- Es tuya.
Entonces Elisabeth levantó la vista hasta encontrarse con aquellos increíbles ojos azules que la contemplaban. Abrió la boca para replicar pero su amigo se le adelantó. Éste agarró la guitarra y la colocó sobre las piernas de la joven, mostrando así la inscripción que había bajo la sexta cuerda.
No pudo evitar que las lágrimas volviesen de nuevo a sus ojos al leer aquella frase.
"I will always find you"
Siempre te encontraré. Siempre te encontraré.
Siempre.
Te.
Encontraré.
La leía y releía. Cuánto más la miraba, más perfecta le parecía. Sin pensarlo, pasó sus brazos por detrás de la nuca de su amigo y apoyó la cabeza en su pecho, dejando que él la agarrase de la cintura mientras posaba su barbilla sobre la cabeza de ella. Ésta vez nadie lloraba.
Pasaron los minutos y la pareja no se había movido de su posición, ambos disfrutaban del aroma del contrario, del sonido de sus respiraciones, del movimiento de sus pechos subiendo y bajando regularmente como si se hubieran puesto de acuerdo para ir al compás. Los demás ya se habían ido, incluso Helen se había metido en la habitación para dejarles intimidad.
Elisabeth levantó la cabeza y le miró a los ojos. Sus rostros estaban a pocos centímetros. Centímetros que en menos de veinticuatro horas se convertirían en kilómetros que los separarían. Seguían abrazados, pero, esta vez contemplando sus ojos. Unos verdes y los otros azules. La chica posó sus labios sobre la pálida mejilla del chico, y la dejó ahí durante varios segundos, absorbiendo con ella la frescura del rostro del irlandés. Se separó con lentitud, quedando esta vez a menos distancia que antes. Con cuidado, ambos se levantaron, deseando no tener que separarse.
- Nos vemos mañana. - se despidió Niall, tras darle un fuerte beso en la cabeza.
Elisabeth contempló como su amigo se marchaba de su piso. Sabiendo que seguramente no volvería a pisar aquel apartamento con ella dentro.