viernes, 23 de noviembre de 2012

Capítulo 9.

- Hola. Querría enviar este paquete a España. A esta dirección.- dijo tendiéndole un papel.
La chica que atendía a la pareja se dió la vuelta y salió del cubículo en el que trabajaba para dirigirse a un despacho.
- Entonces... Necesitas mis dotes de guitarrista. - dijo el chico muy orgulloso de sí mismo.
- Sí... ¿Me ayudarás? Tengo que aprender en este fin de semana.
- Claro no te preocupes.
Ambos sonrieron.
- ¿Para quién es el regalo?
- Para mi hermano pequeño.
- ¿Y qué es ese regalo? - preguntó de nuevo con curiosidad.
Elisabeth rió al recordar la escena que Louis montó en la juguetería.
- Es un pájaro de peluche. ¿Cómo lo llamó Louis? ¿Kevin? Sí, creo que lo llamó Kevin.
- ¿Louis te conoce y no me lo dices? - preguntó asombrado.
- Yo no lo conocía. Apareció Harry y nos presentó mutuamente a todos.
- Espero que algún día los veas a todos en una misma habitación. Los estás conociendo por separado y cuando los junte... Vas a ver que desmadre.
Esta última frase provocó una risa por parte de la chica.
- Bueno... Sólo tiene usted que firmar aquí. - dijo la oficinista entregándole una hoja escrita a ordenador a la chica.
En menos de cinco minutos estaban de nuevo fuera de aquella oficina.
- ¿Has comido? - preguntó Niall.
- No ¿Y tú?
- No...
- Pues vamos. Te invito a comer en mi piso, hoy mi compañera se ha ido con una amiga. - dijo Elisabeth sonriente.
Juntos caminaron hasta su piso conociéndose un poco más a cada palabra que decían. Subieron por el ascensor y entraron entre risas.
- ¿Pedimos unas pizzas? - preguntó Elisabeth mientras se quitaba la chaqueta y la dejaba en el perchero que adornaba la entrada.
- Claro. Si hay algo que debes saber de mí es que una de mis aficiones es comer. Así que cuando quedes conmigo, no te preocupes por la comida.
La chica rió ante aquel comentario.
- Entonces ahora vengo, voy a llamar.
- Vale. ¿El baño? - preguntó un poco sonrojado.
- El pasillo que hay a tu derecha, la puerta de la izquierda. - explicó ella.
- Gracias.
Niall caminaba mientras contemplaba las paredes adornadas con cuadros y fotos de dos chicas. Momentos capturados protagonizados por dos preciosas chicas. Una de ellas era reconocida por el irlandés. Se dirigió al baño mientras Elisabeth entraba a la cocina y sacaba los platos, los vasos, el mantel y las demás utilidades que debían estar colocadas en la mesa a la hora de la comida.
- Beth, ¿Compras estas revistas? - dijo Niall al salir del baño, señalando la revista que su compañera había comprado esa misma mañana.
- Es que la ha comprado esta mañana la chica que vive conmigo.
- Pues yo todavía no la he leído. - dijo él ojeando la revista.
Elisabeth se colocó a su lado y leyó lo mismo que él iba leyendo.
- No creo que esos sean los lápices de Liam. - comentó entre risas.
Pasó la página y leyó el artículo.
¿Es esta misteriosa chica algo más para nuestro irlandés?
Niall se ruborizó.
- No me di cuenta cuándo nos sacaron esta foto.
- ¿Quiénes son? - preguntó ella con toda su inocencia.
- Somos nosotros, Beth.
- No puede ser. ¿De cuándo es?
- El primer día. Cuando te devolví el teléfono.
- Pues no me enteré. ¿Por qué ponen ese titular? Yo no estoy saliendo contigo.
El chico se rió ante los comentarios de ella.
- Beth, la prensa inventa mucho. Se alimentan de eso. A base de historias inventadas y rumores que vuelan. Pero no te preocupes, ambos sabemos que eso no es cierto y es lo que realmente importa. Tenlo en cuenta.
Elisabeth mostró una gran sonrisa y no pudo evitar reprimir las ganas de besarle la mejilla. Justo en el momento en el que el interfono hacía su habitual e irritante sonido cuando alguien llamaba desde el portal.

lunes, 19 de noviembre de 2012

Capítulo 8.

Caminaron por los pasillos admirando el gran trabajo que otros alumnos habían hecho con los adornos de Navidad que colgaban por las paredes.
- ¡Me encanta ese Santa Claus! - decía Anne. 
- Y a mi. ¿Alguna sabe cuándo es la función?
- Es el último día, pero no sé cuando nos dan las vacaciones. - respondió Elisabeth a su compañera. 
Las tres amigas entraron en su aula con su profesora de Arte tras ellas.
- ¡Buenos días! - dijo alegremente. - No he podido evitar escuchar la conversación de algunas alumnas. La función de Navidad es dentro de dos semanas. Este año le toca a vuestro curso y ya sé los papeles que tendréis cada uno. 
El murmullo del alumnado inundó la clase. 
- Escuchadme. Aquí tengo la hoja con vuestros papeles. Acercaros con orden y consultadme si tenéis alguna duda. - dijo la profesora sonriente. 
Anne, Helen, Greg y Elisabeth caminaron con tranquilidad hacia la mesa en la que un papel rosa era ojeado por cada alumno con curiosidad.
- Hago de ángel. - dijo sonriente Anne.
- ¡Yo también! - añadió Helen.
- Yo me encargo del sonido y las luces. 
- ¡Qué suerte! - dijeron tras consultar la hoja.
Greg era el chico con más talento del mundo respecto a las tecnologías. 
Elisabeth se acercó con miedo. Junto a su nombre una palabra. 'Coro'. Ella no cantaba, nunca lo había intentado. Y su profesora lo sabía. Se acercó a ésta con timidez.
- Disculpe... ¿Qué significa 'Coro'? Yo no canto. 
- Oh, Elisabeth, ya sé que no cantas pero no encontraba el papel adecuado para ti. En el coro me vale con que toques algún instrumento. Espera un momento. - se inclinó hacia uno de los cajones que incluía el escritorio en el que se encontraba. Abrió dicho cajón y sacó un folio. - Puedes elegir entre el arpa, el xilófono, el piano y la guitarra. 
- Creo que elegiré... la guitarra. 
- ¿Sabes tocarla? - preguntó la profesora. - Necesitamos que en el fin de semana te aprendas la canción que interpretará el coro. 
- Está bien... 
- Elisabeth, gracias. Sabía que podía contar con tu apoyo. No muchos alumnos aceptan la tarea que se les ha adjudicado. 
- No se preocupe. - dijo con tranquilidad y dulzura. 
Esa era la faceta de Elisabeth que más le gustaba a la gente. Muy pocas veces se enfadaba o se quejaba. Era tranquila y dulce, una cosa que no es demasiado común en la gente. 
La chica se sentó de nuevo con sus amigos y dejó que pasase con rapidez el resto de aquel nublado Viernes. 
- Chicas, os voy a tener que fallar esta vez. Voy a intentar hablar con un amigo para que me enseñe a tocar la guitarra en el fin de semana. Lo siento. - dijo con cierto arrepentimiento. 
- No te preocupes Beth. Nos vemos. - dijo Anne tras darle un sonoro beso en la mejilla. 
De nuevo sola se dirigió hacia la parada en la que todos los días le veía. 
Allí estaba, rodeado de chicas gritando. Parecía no haberse percatado de su presencia. 
- Niall. - dijo ella intentando hacerse hueco entre la multitud. 
Era lógico que no la escuchase con ese griterío. Teniendo en cuenta también que su tono de voz no era demasiado alto. 
- Chicas por favor, dejadme pasar. Necesito hablar con Niall. Es mi amigo. No soy fan. Por favor.
Una jovencita unos años menor que ella se giró y le sonrió. Se hizo paso entre la gente a base de empujones y disculpas. Gracias a su esbelto cuerpo consiguió llegar hasta el chico rubio. Él se agachó para ponerse a su altura. Ella, se puso de puntillas y le dijo algo al oído. Niall enderezó su cuerpo y miró por encima de las fans. En unos segundos, se cruzó su mirada con la de Elisabeth y una sonrisa iluminó sus caras. 
- Chicas por favor. Dejad a mi amiga pasar que nos tenemos que ir. 
Tan rápido como dijo esto se hizo el silencio entre la multitud y un pasillo se abrió entre las fans. Quienes miraban con curiosidad a la chica que Niall contemplaba con dulzura. 
- Gracias. - consiguió decir ella. 
Se acercó con cierta timidez hacia el rubio que la recompensó con un irlandés beso en la mejilla. 
- ¿Me acompañas a alguna oficina de correos? Así mientras hablamos. Es urgente. - dijo Elisabeth.
- Claro. - de nuevo el chico sonrió.

domingo, 18 de noviembre de 2012

Capítulo 7.

Helen y Elisabeth salieron con felicidad de la tienda.
- Dios. Helen. Tranquila. - le decía Elisabeth a su amiga, quien no dejaba de hablar.
- ¿¡Pero es qué tú no has visto lo que acaba de pasar!? Dos miembros de One Direction nos han hablado. - la chica no podía ocultar  su emoción.
- Pensaba que tú no escuchabas su música.
- Y no lo hago, pero, no vivo en una cueva ¿Sabes?
- Lo sé, vives conmigo.
La italiana puso los ojos en blanco.
- Bueno, dejando aparte su fama. Me parecen majos. O al menos Harry y Louis. A los demás no he tenido el gusto de conocerles.
- ¿Eso es una indirecta?
- Sí.
- ¿Y que quieres decirme?
- Dios Beth, todo te lo tengo que explicar. ¡Qué quiero que me los presentes!
- Ah... Pero si apenas los conozco.
- Elisabeth. Sé perfectamente el tiempo que llevas observando a Niall en el autobús. Te he escuchado millones de veces decir que algún día le conocerías. ¿Pretendes que crea que no vas a ser como mínimo su amiga?
- Bueno...
Las dos amigas seguían conversando animadamente cuando llegaron al piso. Donde cenaron y se acostaron.
Ambas, consiguieron dormir con facilidad. Hasta que el estresante sonido del despertador hizo su función correctamente; que abriesen los ojos y que se desvelasen de sus tranquilos sueños.
Bajaron a desayunar y como de costumbre, Helen terminó antes que Elisabeth.
- Voy a bajar a comprar el pan. Cuando vuelva espero que estés lista. - dijo como si de una madre se tratase.
Así, la italiana bajó las escaleras y se acercó al kiosko que había frente a su piso.
- Buenos días, Charles. - dijo Helen saludando a un hombre un tanto mayor.
- Buenos días, jovencita. ¿El pan?
- Así es.
Mientras el hombre se dirigía a la parte de dentro del kiosko, ella ojeaba las revistas. Hasta que vió una en concreto que le llamó la atención. Parecía una revista juvenil de cotilleos. Y en la portada, tanto como en la sopa, One Direction. A la chica le parecía verlos últimamente por todas partes.
- Aquí tienes. - dijo Charles apareciendo de nuevo por el mostrador que le separaba de su clienta.
- Me llevo esto también. - dijo ella haciendo ademán de entregarle la revista.
- Oh, no te preocupes, te la regalo.
- Muchísimas gracias, esta te la devuelvo ¿eh? - dijo sonriendo.
Mientras se dirigía al portal, miró en el interior de la revista.
¿Eres realmente Directioner? ¡Compruébalo haciendo el test!
Helen pasó de página.
Aquí tenemos los lápices de colores que Liam guardaba en su estuche de Wolverhampton. 
Puso los ojos en blanco. ¿En serio la gente creería que esos eran los lápices de Liam? Continuó leyendo.
¿Es esta misteriosa chica algo más para nuestro irlandés? 
Se quedó mirando la foto que había debajo de aquel titular. Salía Niall junto a una chica de espaldas a la cámara, una chica a la que Helen creyó reconocer.
- ¡Beth! - dijo entrando a la cocina para dejar el pan, una vez llegado al piso.
- ¿Qué pasa? Todavía nos queda tiempo.
- Sales en 'Lovin' our idols'. - dijo al tiempo que le lanzaba la revista a la cara.
- ¿La revista 'Lovin' our idols'? - preguntó ella mientras miraba los papeles que su amiga le había tirado con brutalidad. - ¿Qué? ¿Cómo voy a salir yo?
- Que sí. Que eres esa. - dijo señalando a la chica que había junto a Niall.
- Que no Hels, que esa no soy yo. Además si fuese yo, daría igual porque no se me ve la cara. Así que olvídate de esto y vámonos que llegamos tarde.
De nuevo, como cada mañana, conversaban mientras caminaban hacia su instituto. Hoy era viernes y habían quedado por la tarde con Anne.
Elisabeth iba a poder desconectar un poco de todo. No había tenido una semana mala. Al contrario, había estado bien. Sonrió para sus adentros al recordar por todo lo que había pasado. Por sus pensamientos, una idea fugaz se cruzó. Tenía unas promesas por cumplir.

sábado, 17 de noviembre de 2012

Capítulo 6.

- No lo sé Helen, apenas le conozco. No puede gustarme una persona sin conocerla...
Su amiga, soltó un profundo suspiro.
- Supongo que tienes razón. - terminó por decir.
Mientras las chicas se dirigían a la cocina, el teléfono de Elisabeth comenzó a sonar en su bolsillo.
- ¿Si?
- ¡Hola Beth! - dijo una voz dulce e infantil al otro lado de la línea.
- ¡Hola pequeñajo! ¿Qué tal? - le preguntó a su hermano pequeño. - ¿Sabes lo caras que son las llamadas internacionales?
- Sí... - dijo un poco avergonzado. - Es que ya que tú no me has llamado... ¿No tienes nada que decirme?
- Oh... ¡Cariño felicidades! Siento el despiste, he tenido un día muy ajetreado.
- Gracias. No te preocupes. ¿Vendrás a mi fiesta? - dijo el niño inocentemente.
- Lo siento Chris pero estoy muy ocupada aquí. Tengo que estudiar mucho y no creo que tenga mucho tiempo. Pero yo te envío tu regalo por correo ¿Vale?
- ¡Vale! Pero tienes que venir algún fin de semana. Prométemelo. Te echamos de menos. - dijo bajando el tono de voz cada vez más.
- Vale. ¿Por qué cada vez hablas más bajo?
- Porque han llegado Papá y Mamá y no saben que te he llamado.
- Pues cuelga enano, mañana llevo a la oficina de correos tu regalo.
- Adiós. Te quiero mucho Beth.
- Y yo a ti. - dijo ella dejando caer por su rostro una lágrima de añoranza.
Colgó el teléfono y miró el reloj. Eran las ocho. Si se daba prisa le daba tiempo a comprarle el regalo a su hermano pequeño y mañana, después de las clases iría a mandarlo por correo.
- Helen, ¿Me acompañas a comprarle un regalo a Chris?
- ¿Ahora? - dijo ella asomándose por la puerta de la cocina.
- Sí, es que me había olvidado de su cumpleaños. Si se lo compro hoy, mañana podemos ir a alguna oficina de correo y enviarlo.
- Vale, espera que deje enfriando la sopa y nos vamos.
Así hizo. En menos de dos minutos estaba en la puerta poniéndose su chaqueta y lista para salir a la calle. Cerraron la puerta y se dirigieron a la tienda de juguetes más cercana.
- ¿Qué le vas a comprar? - preguntó Helen mientras entraban por la puerta.
- Un peluche de algún animal gracioso, de esos que le gustan a él. Si encontramos algún pájaro o algo que se le asemeje mejor. Siempre decía que quería cuidar aves. - sonrió al recordarlo.
- Está bien.
Una vez dentro de aquel enorme local se escabulleron de toda la masa de gente que había. Era extraño encontrarse gente allí. Normalmente iban a las tiendas más cercanas al centro.
- ¿De dónde sale tanto periodista y tantas chicas? - pregunta Helen intentando mirar lo que la gente rodea.
- Pues de sus casas. Anda vamos, cuanto antes salgamos mejor.
Se dirigieron a la sección de peluches y comenzaron a buscar.
- Eh, Beth. Mira aquí están los animales.
- Y aquí hay un... pájaro. Es muy mono. - dijo la chica entre risas. - Vamos a pagarlo que este es el único ave.
- Por lo menos ya se ha ido toda la gente.
Las chicas iban hablando tranquilamente mientras se dirigían a la caja a pagar.
- ¡Eh tú! ¡Suelta eso ahora mismo! - dijo una voz a sus espaldas.
Ambas se giraron al mismo tiempo.
- ¡Dadme a Kevin! - seguía gritando el chico.
Las dos amigas miraron a su alrededor. Sólo estaban ellas y ese chico.
- No puede ser...- decía Helen con un hilo de voz.
- ¿Qué pasa? - preguntó Elisabeth susurrando.
- Es... Él es... Louis Tomlinson.
- ¿Y ese quién es?
Helen fulminó a su amiga con la mirada.
- Beth, por Dios. Es uno de los componentes de One Direction. Se supone que tú ya lo conoces.
- No a él no.
Ellas seguían hablando entre susurros mientras que el chico las miraba.
- Dadme a Kevin. - seguía repitiendo.
- Es nuestro. - dijo Helen.
- ¡Lou! Date prisa nos están esperando. - dijo otro chico apareciendo por detrás.
Se paró al ver a su amigo y a las dos compradoras intercambiándose miradas. Dirigió la vista hacia el chico que tenía al lado.
- ¿Qué pasa? - preguntó.
- Tienen a Kevin.
Harry comenzó a reír mientras que las dos chicas le miraban perplejas.
- No le hagáis caso. Lo está diciendo de broma. - dijo calmándose.
En la cara Louis se pudo dibujar una sonrisa que más tarde se convirtió en  carcajadas.
- ¿Me firmáis un autógrafo? - dijo Helen acercándose a ellos.
Elisabeth seguía parada. No sabía que hacer. Al parecer Harry no la había reconocido.
- Claro. - dijeron ellos.
- Eh, Beth, acércate. No comemos. - dijo el chico de ojos verdes.
Elisabeth se acercó en silencio.
- Louis, esta es Beth, la amiga de Niall. Beth este es Louis.
- Hola. - dijo ella un poco sonrojada.
- Hola.
- Yo soy Helen. - dijo la italiana muy sonriente.
- Hola. Tomad, os regalamos a Kevin. - dijo Louis feliz entregándoles el dinero.
- Nos tenemos que ir, nos están esperando. Adiós. - dijo Harry con una sonrisa adorable.
- Adiós. - dijeron las dos amigas al unísono.
- Y muchas gracias por la paloma. - añadió Elisabeth.

miércoles, 14 de noviembre de 2012

Capítulo 5.

- ¿Vamos a recoger al Señor Malik? - dijo el conductor mientras conducía.
- No Alfred, vamos al piso de Beth ¿No? - preguntó mirándola.
Ella asintió.
- Pero sí, ya que lo dices le recogemos a él también.
- Le voy  a llamar. - dijo Harry.
Mientras Liam hablaba con Alfred y Harry con Zayn, Elisabeth le susurró a Niall.
- ¿Vive en la misma calle que yo?
Niall asintió mientras reía.
- ¿Te ilusiona?
- Quizás me ilusione dentro de un tiempo. - dijo ella sonriendo. - ¿Liam lleva todo la tarde metido en el coche dando vueltas por Londres? - preguntó a continuación.
- Eso parece. ¿Te has dado cuenta de que llevas toda la tarde haciéndome preguntas? - dijo él entre risas aún susurrando, para no interrumpir a los demás en sus conversaciones.
- Soy muy curiosa. - dijo en tono burlón.
- Ya lo veo. Y muy tímida también.
- Sólo al principio. - dijo ella muy ruborizada.
- También lo veo.
- Dice Zayn que le esperemos en la fuente de la plaza que hay al lado de su calle. - dijo Harry interrumpiendo las dos conversaciones.
- S-si quereis... po-podéis dejarme allí a mi... - balbuceó Elisabeth.
Harry le dedicó una tierna sonrisa, gesto que hizo que se pusiera más nerviosa.
- En ese caso... Señorita...
- Black. - dijo Niall dedicándole una mirada de complicidad a Elisabeth.
- En ese caso Señorita Black, ya puede bajar. - repitió el conductor.
- Muchas gracias por traerme. Y muchas gracias por devolverme el móvil. Y encantada de conoceros. - está vez sí consiguió hablar sin trabas pero en un tono de voz muy bajo. Aún así, todos los pasajeros del vehículo consiguieron escucharla.
- Encantados nosotros también. - dijo Liam sonriente.
- Y no me des las gracias por devolvértelo. - completó Niall.
Elisabeth mostró una preciosa sonrisa y rodeó la fuente, para más tarde girar a la derecha y caminar por su calle. Notó la vibración de su móvil y lo sacó para ver el mensaje de texto que le habían enviado. Era de Anne. Comenzó a leer el mensaje cuando se chocó con algo, tropezó y cayó al suelo.
- ¡Lo siento! - dijo el chico un poco sonrojado.
- No te preocupes. - dijo ella con tranquilidad.
Elisabeth no era de esas chicas que le molestaba cualquier tontería. Además ella debería ir mirando por dónde andaba. Levantó la vista del suelo y le vió.
- Oh... Hola Zayn...
El chico le tendió la mano para que se levantase.
- Hola... ¿Beth?
Ella asintió.
- Te están esperando allí. - dijo ella señalando la dirección por la que había venido.
- Vale, gracias. Espero verte de nuevo. - sonrió y se marchó a paso rápido.
Elisabeth se sacudió sus vaqueros pitillo y siguió caminando hasta llegar a su portal. Subió hasta su piso y abrió la puerta.
- Hola Helen. - dijo saludando mientras entraba en el salón.
- Hola Beth.
Dió un vuelco en el sofá para asomar la cabeza por el respaldo y poder mirar con picardía a su amiga.
- ¿Qué tal? - preguntó subiendo y bajando las cejas.
- Bien.
- ¿Sólo bien? ¿Sólo te ha ido bien? Beth acabas de conocer al chico por el que babeas desde el primer día que le viste en el autobús y ¿Sólo te ha ido bien?
- Vale... Me ha ido muy bien. - dijo dejando ver una sonrisa tímida.
- Bueno ¡Cuenta! ¿Cómo se llama? ¿Cómo es? ¿Y su piso? ¿Cómo es su piso? ¿Es como te esperabas? ¿Os habéis besado? ¿Se te ha declarado? - Helen empezó a delirar.
- ¡Calla! - la interrumpió por fin Elisabeth entre risas.
- No sé exactamente como es, no me ha dado tiempo a conocerlo. Bueno sé que toca la guitarra, es divertido y he cogido confianza con él. Toda la confianza que se puede coger con una persona a la que apenas conoces. Su piso es un ático muy bonito y decorado de forma original. No es como me esperaba, es mejor. Y por Dios Helen ¡Ni nos hemos besado ni se me ha declarado! - concluyó la chica.
- ¿Y su nombre?
Aquella pregunta era la que había querido evitar. Ella no sabía si su amiga los conocía. Le había parecido escuchar alguna de sus canciones pero tampoco la veía muy puesta en el tema. A lo mejor Helen estaba más informada que ella y sí los conocía pero, tampoco era malo que el chico fuese conocido. Aquello no debería cambiar nada. Terminó de reflexionar y decidió desvelar el nombre del irlandés con el que había pasado la tarde.
- Es Niall. Niall Horan.
Helen se quedó muda. Corrió a la habitación doble que compartía con su amiga. Rebuscó en sus libros y por fin lo encontró.
- ¿Este Niall Horan? - dijo señalando a un chico rubio, sonriendo entre otros cuatro chicos colocados a su alrededor.
- ¿Qué es eso?
- Es un libro que me obligó mi prima a leerme pero que si te soy sincera, solo he echado un vistazo. Miré las fotos y ya. No me apetecía leerlo. Bueno, ¿Es este Niall Horan?
Elisabeth asintió y como un acto reflejo, se tapó los oídos un segundo antes de que su amiga hiciese retumbar el piso entero con un grito de emoción.
- ¡Shh! No era necesario gritar.
- Elisabeth Black. Acabas de conocer a Niall Horan. Miembro de One Direction. ¿Cómo puedes estar tan tranquila?
- Pues porque yo no sabía quienes eran hasta que no me lo ha dicho él.
- ¿Quienes? ¿En plural? ¿Has conocido al resto del grupo? - Los ojos de la italiana estaban que se salían de sus órbitas.
- A casi todos. Pero no los he conocido. Tan sólo he hablado con ellos. Y ha sido durante apenas cinco minutos. - se sonrojó al recordarlo. - Y ¿Sabes que Zayn vive en esta calle?
- ¿¡En serio!?
- Sí. Me he chocado con él cuando volvía y se ha acordado de mi. - dijo orgullosa de sus actos.
- ¿Acordado? ¿Ya os conocíais?
- Nos hemos conocido en el piso de Niall.
Las dos chicas continuaron hablando de sus respectivas tardes hasta que llegó el momento de la cena. Mientras ponían la mesa, Helen se giró seria hacia su amiga. La miró a los ojos.
- Entonces ¿Te gusta o no te gusta?

martes, 13 de noviembre de 2012

Capítulo 4.

Elisabeth obedeció y siguió al irlandés a la cocina de su piso.
- ¿Tocas la guitarra también? - dijo impresionada señalando el instrumento que había apoyado en la pared.
- Pues sí.
- Vaya... Me impresionas.
Él rió mientras agarraba la guitarra, se la colgaba y tocaba unos acordes. Iba a continuar pero un timbre le desconcentró.
- Discúlpame un momento. - salió de la cocina no sin antes sonreír.
Elisabeth decidió llamar a su compañera de piso si no quería que se preocupara. Agarró el teléfono y marcó el número.
- ¡Beth! ¿Ya tienes el duplicado? - contestó felizmente.
- No, el chico del autobús se encontró ayer mi teléfono y me lo ha devuelto. Ahora estoy en su piso y no sé a que hora volveré.
- Uh... Eso me huele a...
- No lo digas. - dijo Elisabeth intentando interrumpir a su amiga.
- Amor...
- Y lo dijo... - suspiró. - Bueno te dejo. Adiós Helen.
- Adios Beth. ¡Suerte! - dijo justo antes de que su amiga colgase.
Guardó el teléfono en el bolsillo y vió aparecer a Niall por la puerta.
- Beth, te presento a Zayn. - dijo dejando paso a un chico alto, moreno, con un montón de tatuajes en los brazos, un pelo negro muy oscuro con una mecha rubia en el remolino hacia arriba que se había hecho en la cabeza. Y unos ojos oscuros, profundos y enormes. Irremediablemente hipnotizantes.
- Hola. - dijo él sonriendo educadamente mientras revisaba con la mirada a aquella chica.
- H-hola. - de nuevo, los nervios podían con Elisabeth. Era una chica muy tímida. Y hoy estaba cubriendo su cupo de gente nueva a la que conocer.
- Yo no os molesto, solo vengo a por mi cargador del móvil que Niall todavía no me lo ha devuelto. - dijo mirándole con cara de pocos amigos para después sonreír amigablemente.
- Está en mi habitación. - contestó él riendo.
Mientras Zayn subía a la habitación Elisabeth iba calmando sus nervios.
- ¿Ese es otro de...?
- La banda, sí. Algún día te los presentaré a todos. Por ahora conoces a tres de cinco. - Dijo sonriente.
- Bueno yo ya me voy. - dijo el otro chico terminando de bajar por las escaleras.
- Hasta mañana Niall. - dijo dándole una palmada en el hombro - Encantado de conocerte Beth. - dijo esta vez dirigiéndose a la chica rubia de pelo ondulado.
Tras aquella frase se escuchó la puerta abrirse, y a continuación cerrarse.
- ¿Café, té o chocolate? - ofreció el chico rubio.
- Mm... Chocolate por favor.
Niall se giró y comenzó a prepararlo todo en la encimera. Ninguno decía nada.
- ¿Quieres un pocito de azúcar?
Elisabeth rió escandalosamente al escuchar aquello.
- Poquito. Y sí, por favor.
Él se giró divertido.
- Mi nivel de español no es tan alto como el tuyo .
- Ya lo veo. - dijo riendo de nuevo.
- Me enseñarás ¿No?
Aquello sí que la pilló por sorpresa. ¿Significaba eso que habría una próxima vez?
- Si es lo que quieres... - dijo un poco sonrojada.
- Bien. Toma.- dijo él tendiéndole el chocolate caliente.
- Niall, ¿Cómo se formó la banda?
- Pues, nos presentamos como solistas a TXF (The X Factor) pero en la última fase, nos dijeron que no estábamos dentro. Cuando todos nos íbamos a casa, nos llamaron y nos dijeron que teníamos demasiado talento como para dejarnos marchar. Así que nos unieron como banda.
- ¿Y ganasteis el concurso? - preguntó ella inocentemente.
- No, quedamos terceros, pero Simon Cowell decidió que aquel no podía ser el final de la banda, así que firmamos un contrato discográfico con él.
- Pues si que os ha ido bien...
- ¿Nunca habías oído hablar sobre nosotros?
- No... - dijo avergonzada. - Mis amigas españolas sí que os admiran. Están locas pos vosotros. Pero nunca me había puesto a buscaros, ni sabía vuestros nombres ni nada...
- A mi me encanta España. 
- Hablas muy bien español para ser irlandés. ¿Cómo lo has aprendido?
- Veraneo allí con mi familia.
Ambos se quedaron en silencio, mirándose mutuamente, intentando descubrir algo más el uno del otro con la mirada. Eran completos desconocidos mirándose intensamente a los ojos a mas de dos metros el uno del otro. Sus pensamientos se interrumpieron por una melodía y una vibración. Los dos dirigieron la mirada a la encimera en la que seguía sonando y vibrando el teléfono móvil.
- ¡Qué vida mas ocupada llevas! - dijo ella sonriente.
- Lo siento. - respondió él un poco apenado.
- No te preocupes es tu trabajo.
- ¿Si? - Niall contestó al teléfono con una sonrisa. - En mi piso... ¿Ahora?... Vale, Harry tranquilo, ya bajo... Adiós.
- No te preocupes, yo también me tengo que marchar ya.
- Si quieres te dejo en tu piso. A mi me están esperando abajo.
- No quiero molestar...
- No te preocupes Beth, no molestas. Además así podrás conocer al cuarto miembro de la banda.
Ella no pudo evitar reír.
- ¿Los tengo que ir conociendo por horas?
Él rió también. Juntos bajaron por el ascensor.
En el portal había un chico alto, delgado, de pelo rizado y unos ojos increíblemente verdes. Una sonrisa preciosa y unos hoyuelos acompañándola.
- Hola Niall. - dijo éste.
- Hola Harry. Te presento a Beth.
Ella ruborizada como siempre mostró una tímida sonrisa.
- Hola. - dijo educadamente ella.
- Encantado. Venga subid.
El asiento del copiloto estaba ocupado por otro chico, Liam. Quien parecía no haberse bajado del coche en toda la tarde. Estaba distraído con su móvil hasta que se dió cuenta de la presencia de Elisabeth.
- Oh, hola de nuevo Beth.
- Hola Liam. - dijo ella sonriendo con mucha más confianza que en el primer encuentro.
- ¿Os conocéis? - preguntó Harry.
- Sí. - respondió Niall por ambos.
- ¿A qué calle vamos? - preguntó el conductor.
Todos se giraron hacia Niall, que dirigió su mirada hacia Elisabeth.
- A Abbey Road. - dijo ella tímidamente.

domingo, 11 de noviembre de 2012

Capítulo 3.

- Está bien... Pero perderé mi clase de español...
- Oh... ¿Estudias español?
- Bueno... Es que soy de madre española y nací allí pero mientras mis padres viven allí, yo estudio aquí. Y para no perder el idioma, pues voy a la academia.
El chico parecía interesado.
- Yo sé un poco de español.
- ¿En serio? - ella parecía sorprendida. - Tienes acento irlandés.
- Soy irlandés. Me llamo Niall. Niall Horan.
- Elisabeth. Elisabeth Black.
Ambos sonrieron y continuaron caminando por las calles en silencio. Hasta que un gran grupo de chicas empezaron a gritar, repitiendo la escena que la chica había podido contemplar desde la cafetería.
- ¡Niall! ¡Por favor firmame un autógrafo! - las chicas le gritaban como si estuviera a kilómetros de distancia cuando estaba a menos de un metro.
El chico le dirigió una mirada de disculpa a su acompañante, quien aún seguía confundida y firmó en la libreta que aquella admiradora sujetaba con histeria. Iban a seguir paseando cuando se dieron cuenta de que una masa de chicas gritando les perseguían.
Niall agarró del brazo a Elisabeth y tiró de ella hasta meterla en un oscuro callejón.
- Elisabeth... Tú no sabes quien soy ¿Verdad? - preguntó él entre jadeos.
Ella se limitó a negar con la cabeza.
- Soy uno de los cinco componentes de la banda británico-irlandesa; One Direction.
Se le heló la sangre. Había escuchado a todas sus amigas españolas hablar de ellos. Había escuchado sus canciones por la radio pero nunca imaginó que conocería a uno de ellos y mucho menos, que se dedicaría a observarlo durante largos minutos en el autobús cada día.
¿Ahora que decía? No sabía como reaccionar.
Niall rió ante su reacción.
- Creo que ya se han ido. - dijo mientra se asomaba disimuladamente a la calle. - Vamos.
Juntos y con más confianza que antes se dirigieron al piso de aquel joven irlandés. Hasta que un coche negro se paró a la altura de ellos con los cristales tintados. La ventanilla del piloto se bajó dejando ver un rostro tranquilo y alegre. Un chico joven de pelo castaño y muy corto, con una sonrisa perfecta y unos ojos grandes y marrones habló:
- ¿Necesitáis un transporte?
Elisabeth se quedó un poco parada. No sabía si hablaba con ella también. Miró a Niall, quien sonreía amablemente.
- Si quieres, Liam nos puede llevar a mi piso. Se nos ha quedado un poco lejos después de tener que salir corriendo. - dijo hablando en un tono de voz no demasiado alto.
- Cl-claro. A mi no me impor-importa.
Él rió leventmente y se dirigió a Liam.
- ¿Nos llevas a mi piso?
- Claro. Subid. - dijo el chico sonriente.
Elisabeth y Niall subieron a la parte de atrás del coche.
- Liam, esta es Elisabeth. Elisabeth este es Liam.
- Hola. - dijeron ambos al unísono.
Ella se sonrojó mientras que él reía.
- Bueno Elisabeth...
- Beth. Llamadme Beth. Odio cuando me llaman por mi nombre completo.
- Bueno pues Beth - continuó Liam. - ¿Eres tú la misteriosa chica que se dejó el teléfono móvil en el autobús?
De nuevo se sonrojó.
- S-sí... Soy yo...
Los dos chicos que la acompañaban se rieron. Al parecer les hacía gracia que se pusiera nerviosa.
- Bueno bajad. Que ya hemos llegado.
Los dos pasajeros que iban en los asientos traseros salieron del coche. Entraron en el portal y subieron por el ascensor. Última planta. Salieron y se dirigieron al ático de la derecha. Niall abrió la puerta y dejo que Elisabeth entrase en primer lugar. Ésta pudo contemplar un salón enorme decorado con mucha originalidad. Una terraza y las escaleras de caracol que supuso que llevarían al piso de arriba.
- ¿Te gusta? - preguntó él.
- Sí. Es muy bonito.
- Vente a la cocina y preparamos el café o lo que quieras tomar.

Capítulo 2.

Helen y Elisabeth buscaron por todo su piso buscando el móvil de ésta última sin éxito alguno. Estaba desesperada, no sabía que hacer.
- Tranquila Beth, mira mientras lo seguimos buscando te dejo yo mi antigua BlackBerry ¿Vale? Y si no aparece pues vamos a tu compañía de teléfono y le pedimos el duplicado de tu tarjeta. No hay problema. Ahora deja de preocuparte y vamos a cenar. - Helen tranquilizó a su amiga dándole un sonoro beso en la mejilla.
Juntas se dirigieron a la cocina y prepararon unas ensaladas para cenar. La chica rubia estaba preocupada. No podía vivir sin teléfono y además, ¿Cómo hablaría con su familia? Ellos no tenían el número telefónico de su compañera de piso. Suspiró profundamente y terminó de cenar para dirigirse a la habitación doble en la que dormía con Helen y dormirse tras dar muchas vueltas.
La chica castaña siguió el mismo proceso que su amiga y se durmió.

El molesto pitido del despertador despertó a ambas. Que con sueño se levantaron y se dirigieron a la cocina ya vestidas para desayunar.
- Te cojo la BlackBerry ¿Vale?
- Vale.
- No voy a venir a comer. Cuando salga de clases comeré por ahí, iré a la academia de español y después iré a la compañía para que me den el duplicado de la tarjeta.
- Vale, no te preocupes. - Las dos chicas se sonrieron mutuamente y salieron de casa, camino a Buckswood School que no estaba a más de tres calles de su piso.
Llegaron justo a tiempo a clase. El profesor acababa de entrar por la puerta justo cuando ocuparon sus sitios.
- Hola alumnos. Cómo sabréis el próximo día lunes tenemos el examen así que dedicaremos la hora a resolver las dudas que tengáis.
Y así entre dudas y risas transcurrieron dos horas más de clase, el recreo y las tres siguientes clases. Hasta que la campana tocó. Y por fin todos los alumnos pudieron salir de sus aulas.
- Beth, ¿Te vienes mañana a tomarte un batido al centro comercial? - preguntó inocentemente Anne.
- Claro. ¿Por qué no?
- ¡Genial! Si quieres dile a Helen que se venga. - continuó sonriente. - Os recojo en vuestro piso a las cuatro. - terminó despidiéndose con un beso.
Elisabeth continuó por los pasillos de su escuela aún dándole vueltas al tema del móvil.
- Qué torpe eres Elisabeth. - dijo en voz alta.
- ¿Que te ha pasado ya? - preguntó Greg mientras se ponía al lado de su amiga sonriendo.
- Hola Greg. Ayer perdí el móvil. - dijo ella cabizbaja.
- Oh... ¿Y qué vas a hacer?
- Pues voy a ir a pedir un duplicado de la tarjeta después de las clases de español.
- Si quieres te acompaño.
- Oh no, no hace falta. - dijo ella.
La chica, al ver el rostro de decepción en su amigo le propuso otra cosa.
- Si quieres puedes venirte a comer conmigo. Hoy no voy a ir a comer con Helen, que sino no me da tiempo a coger el bus.
- ¡Vale! - dijo él mostrando todo su entusiasmo en la idea.
- Pues vamos.
Juntos, se dirigieron a la cafetería que había junto a aquella escuela. Se sentaron en una mesa junto a la ventana y entablaron una animada conversación mientras almorzaban.
- Voy a pagar. - dijo el chico.
- Eh no, pago yo.
- No, que yo he sido el que se ha acoplado.
- Que no.
- Que si.
- Que no.
- Que si.
- No.
- Sí. Me da igual lo que me digas, podemos estar discutiéndolo todo el día y tu no llegarías a coger el autobús.
Elisabeth soltó un profundo suspiró y giró la vista para mirar por la ventana mientras su amigo se dirigía a la barra y pagaba. Entre la gente que se movía por las frías calles londinenses pudo divisar una figura familiar. Un chico rubio, alto, delgado, de tez pálida y ojos azules. Era él. El chico del bus. Se quedó observándolo unos segundos. Hasta que pasó a la mirada a un grupo de chicas que gritaban mientras le señalaban.
- ¡Es Niall Horan! ¡Es él! ¡Dios mío!
- ¡Me muero! - decía otra chica mientras se abanicaba la cara con la mano.
Aquellas cinco chicas se dirigieron hacía él y le gritaban en la cara.
Elisabeth estaba más perdida a cada segundo que pasaba contemplando la escena. Aquel nombre le resultaba familiar pero no sabía de qué.
Pudo contemplar como él, sonriente y amable se hacía fotos junto a ellas.
- Ya está. ¿Beth? Si no te das prisa vas a perder el autobús.
La chica consiguió salir de sus pensamientos, miró a su amigo y se dió cuenta de que tenía razón.
- Gracias por la comida, Greg. Eres un cielo.
Le dió un beso en la mejilla y salió corriendo hacia la parada. Allí estaba él. Esta vez no estaba dentro del autobús sino en la parada. A apenas un metro de ella. Tan perfecto como siempre.
Se quedó allí, esperando a que el autobús llegase para montar y dirigirse a su academia. De reojo miraba a aquel chico que ni si quiera se había percatado de su presencia. Decidió apoyarse en el tronco de un árbol que había junto a la parada. Entonces fue cuando sus miradas se cruzaron. Él se quedó unos segundos observándola y ella perdiéndose en ese mar azul que tenía como ojos. Entonces él metió la mano en el bolsillo y saco un teléfono móvil. Miró la foto que tenía ese teléfono de fondo y levantó los ojos para mirarla a ella.
- Me parece que esto te pertenece. - tenía un adorable acento irlandés.
Ella, con el simple hecho de oír su voz, se ruborizó. Miró el objeto que tenía el chico en sus manos sonriente y volvió a mirarle a los ojos. Dió unos pasos hacia delante y agarró el teléfono móvil.
- Gr-gracias... ¿Do-Dónde estaba?
- Se te cayó ayer al suelo cuando el autobús dió el frenazo.
- Oh... ¿Cómo puedo agradecértelo? - se atrevió a decir con más confianza que antes.
- No me lo tienes que agradecer. - dijo sin dejar de mostrar su preciosa sonrisa.
- Que sí, insisto.
- Bueno... No sé. - dijo un poco sonrojado.
- ¿Te invito un café? - era la única oportunidad que tenía Elisabeth de darse a conocer ante el chico que había observado durante tanto tiempo.
- Está bien. Pero no te aconsejo que sea un sitio muy transitado.
- Pues va a ser un poco díficil estando en pleno centro de Londres.
Él rió.
- Bueno... Entonces puedes venir a mi piso. - se ofreció el chico.
¿De verdad le estaba pidiendo ir a su piso? Elisabeth estaba asombrada, era una idea un tanto surrealista. Él ni si quiera conocía su nombre. No sabía que hacer.

sábado, 10 de noviembre de 2012

Capítulo 1.

- ¡Helen! Date prisa en el baño que todavía tengo que vestirme.- gritaba Elisabeth mientras daba toques en la puerta con los nudillos.
Al ver que su amiga no contestaba, desistió y se dirigió hasta su habitación, abrió su armario y eligió la ropa que se iba a poner para su habitual clase en la academia de español. Estudiaba allí además de en Buckswood School porque no quería perder su parte española y hablaba muy bien su idioma. Sacó del armario unos pantalones pitillo rojos, que combinó con un jersey blanco de lana, un pañuelo del mismo color de los pantalones y unos botines marrones.
Se escuchó la puerta del baño abrirse así que se dirigió rápidamente hasta allí y se encerró. No sin antes dedicarle una palabra en español a su amiga:
- Tardona.
Siempre se lo decía y es que, siempre se le colaba en el baño cuando ella tenía prisa. Se duchó, aseó y vistió en un tiempo récord para salir corriendo del piso. El autobús estaba llegando a la parada así que hizo un último sprint y llegó a tiempo para entrar. Pasó hasta los últimos asientos y allí estaba él. El chico de siempre. Todos los días subía al mismo autobús que él y se dedicaba a mirarlo disimuladamente. Aunque se había fijado en que la gente de su alrededor siempre le miraba descaradamente y murmuraban sobre él. Pero parecía no importarle. El conductor dió un frenazo y tuvo que agarrarse a la barra fuertemente si no quería caer al suelo. Miró a su alrededor y se dió cuenta de que estaba en su parada, así que corrió hacia la puerta que casi le arranca el brazo y salió. Entró en la academia y dejó que las dos horas pasasen tranquilamente hasta el momento de salir.
- Adiós. - Elisabeth se despidió de su compañero de clase de español John y se subió al autobús que le llevaría de vuelta casa.
Esta vez si había sitio para sentarse así que ocupó un asiento y esperó a su parada para bajar.
Veinte minutos fue lo que tardó en estar de vuelta en su casa. Se había retrasado hoy por culpa del tráfico. Abrió la puerta de su piso y Helen la esperaba impaciente en el salón.
- Beth, podrías contestarme a las llamadas. ¿Se puede saber por qué has tardado tanto?
- El autobús se ha retrasado por el tráfico. ¿Qué llamadas? Yo no he oído nada.
Metió las manos en los bolsillos y notó algo en falta.
- Mierda. - dijo hablando en español.
Su compañera, que estaba empezando a aprender insultos y quejas en español que su amiga le decía se imaginó lo que ocurría. Pero dejó que Elisabeth se lo confirmara.
- ¿Qué pasa?
- He perdido el móvil. - dijo ella todavía con la mano metida en el bolsillo y los ojos como platos.
Se sentía torpe.

Introducción.

¡Hola, querido lector/a!
Bueno, antes que nada quiero avisar, esta novela va a ser Directioner. Sí, sobre One Direction. No os voy a dar el típico discurso de por qué soy Directioner ni nada de eso. Son mi vida entera y punto. Y bueno si te disgustan ellos, te lo respeto porque para gustos, colores. Así que si no te caen bien por cualquier motivo o no te gusta como cantan o lo que sea, puedes dejar de leer, pero no pienso tolerar comentarios desagradables sobre ellos aquí, como he podido ver en otras novelas. Dicho esto, si sigues leyendo significa que te interesa (o al menos eso espero) así que no doy más vueltas y empiezo con las presentaciones.

La protagonista de esta historia se llama Elisabeth.
Es una chica de madre española y padre inglés. Su nombre es por su abuela paterna. Es una chica pequeña de altura, delgada, de largo pelo rubio y ondulado. Sus ojos son verdes y grandes. Sus padres viven en España, su país natal, pero ella es alumna de Buckswood School, donde comparte clase con su amiga Helen. Ambas cursan letras en el mismo curso, con 16 años de edad y toda una vida por descubrir. Aun a esa edad, viven en un pequeño piso en el centro de Londres, que mantienen gracias al dinero que sus padres les mandan cada mes.

Helen es la ya nombrada compañera de piso de Elisabeth. Es una chica un poco más alta que su amiga, de tez clara. Un larguísimo cabello castaño adorna su espalda casi hasta la cintura. Completamente rizado y normalmente sin recoger. Sus ojos color miel son enormes y hacen lucir una preciosa cara. Así es, Helen es una preciosidad. Su familia es italiana pero ella nació en Inglaterra. Estudia en Buckswood School mientras que sus padres y sus hermanas están en su país.