jueves, 23 de mayo de 2013

Capítulo 24.

- ¿Y si te pones a trabajar para conseguir dinero y poder volver? - preguntó Helen al otro lado de la línea.
- No sé... Puede que haga eso... Bueno, mañana hablamos, ya sabes que las llamadas internacionales son muy caras. Adiós.
- Adiós Beth.
Cansada de contemplar los grandes ventanales de la buhardilla, volvió la vista hacia el sofá de cuero que protagonizaba la habitación. Se acercó con cuidado al mueble pues, bajo éste sobresalía una esquina de un libro. Alargó el brazo mientras con la vista repasaba toda la habitación asegurándose de que nadie se daba cuenta de lo que hacía. De alguna forma, sentía que lo estaba haciendo mal. Tiró del libro lo suficiente como para darse cuenta de que no era uno, sino varios y de que no eran libros, sino revistas. Revistas para adolescentes. Frunció el ceño con curiosidad abriendo la primera de aquel bloque de encuadernaciones. Su expresión de confusión cambió a sorpresa cuando llegó a la quinta página. Una foto de su irlandés favorito y ella en la azotea, riendo. Pero el titular fue el que provocó la inundación de sus ojos.
¿Habrá encontrado nuestro príncipe a su princesa? ¡Cuidado Niall, las latinas tienen mucho carácter!
¿Y eso que significaba? O mejor, ¿Qué significaba que sus padres hubiesen comprado aquellas revistas? Su disgusto aumentaba conforme iba abriendo revistas y leyendo titulares. No se explicaba cómo su padre podía creer tanta basura sobre ella. Su postura no había cambiado, había empeorado. Pero había algo que sí había variado. Sus sentimientos hacia Niall cada vez eran más confusos. Cuando subió al avión tenía claro que quería que él fuera algo más que un amigo. ¿Ahora qué?
Las pisadas de alguien al subir las escaleras la hicieron reaccionar a tiempo para poder guardar todo y volver a su lugar inicial, junto al ventanal.
- Elisabeth cariño, ¿te importaría ir a recoger a tu hermano a la fiesta de su amigo Marcos? - cuestionó su madre cuando llegó a arriba.
- Hmmm no. ¿Es el chico de la calle de al lado?
Clara asintió satisfecha por el comportamiento de su hija. Le regaló un fuerte beso en la mejilla cuando ésta pasó por delante suya para dirigirse a la salida.

Elisabeth caminaba con la cara escondida en su pañuelo de lana blanco y su largo pelo rubio. Se sentía terriblemente observada. Pensó que tan sólo eran sensaciones suyas hasta que las voces de unas chicas demostraron lo contrario.
- ¿Has visto a esa? Es la zorra que ha dejado tirado a Niall...
- ¡Menuda puta! Seguro que se lo folló y volvió a España. Vaya imagen ha dejado de nosotras.
Sin ningún interés de seguir escuchando más, aceleró su paso hasta llegar a la casa de su vecino, también amigo de su hermano. La música y los gritos de los niños le confirmó que estaba en el lugar adecuado. Pulsó el timbre y esperó pacientemente a que alguien abriera. Volvió la vista atrás contemplando así a las chicas que antes tanto daño le habían hecho. Aparentaban unos trece o catorce años, sin embargo, a pesar de su corta edad, las miradas de odio hacia ella no cesaban.
- ¿Hola? - dijo alguien a su espalda.
Se dio  la vuelta para así poder contemplar a un chico más alto que ella, ojos oscuros, cabello castaño, delgado y superficialmente fuerte. También pudo notar como ese chico, pasaba descaradamente su mirada por todo su cuerpo con una sonrisa pícara.
- Hmm... Ho-hola, vengo a re...co-coger a mi hermano. - tartamudeó torpemente.
- Pasa, yo soy Lucas.
- Yo Beth.
Se adentró en la preciosa casa contemplándola con cautela. Con la impresión de que acababa de entrar en una trampa. Supo que fue así cuando Lucas pronunció aquellas palabras.
- Tus padres me han pedido que te ayude un poco a... acostumbrarte a España.
Su voz era burlona, lo cual fue un detalle que Elisabeth pudo percibir.