- ¿Tu padre?
Asintió.
- Vale Beth, no te preocupes. Irás a España pero podrás volver. Sólo tienes que demostrarle a tu padre que sigues siendo esa chica tranquila y centrada que ellos recuerdan. Pasa con ellos las Navidades e intenta convencerlos para que puedas volver cuando vaya a empezar el curso.
Elisabeth continuaba en silencio derrochando lágrimas. Cuando mejor estaba, cuando mejor le iba en los estudios, cuando su compañera más la necesitaba llegó su padre y lo fastidió. No podía sentirse más frustrada. Había tantas cosas que la retenían en Londres que despedirse de aquella ciudad sería difícil. Muy difícil.
Pasada una hora, el cielo comenzaba a oscurecer tornándose de un azul más oscuro. Las dos chicas se levantaron y se dirigieron hacia su piso. Aún era temprano para dormir por lo que prepararon la cena y se sentaron en el salón a tomar las ensaladas que tenían ante ellas.
- No quiero que se lo digas a nadie.
- Pero...¿Nadie? ¿Cuándo se lo dirás a los chicos? ¿A Anna y Greg? ¿A tu propia abuela? El avión sale el lunes y mañana ya es domingo.
- Helen, no quiero despedidas. A mi abuela iré a verla mañana pero no se lo diré a nadie más.
La italiana soltó un profundo suspiro mientras pinchaba las hojas de lechuga con el tenedor. No comprendía la actitud de su amiga. Sabía que en el fondo, aunque no quisiera mostrarlo era muy sensible pero ese no era motivo para no despedirse de los que siempre habían sido sus amigos y del chico que durante tanto tiempo había observado en el autobús. Además no quería imaginar lo mal que se sentirían todos cuando supieran que se había marchado con la posibilidad de no volver sin despedirse de nadie. Eso no era justo.
- Como quieras, pero es injusto Elisabeth, y lo sabes. - dijo con tristeza mientras se levantaba para fregar su plato en la cocina.
Había perdido el apetito al igual que iba a perder a su mejor amiga. En esos momentos en los que más la necesitaba. ¿Qué haría ella sola en aquel apartamento? Con tantos recuerdos de las dos juntas. Con tanto silencio como el que en ese momento inundaba el piso. Con lo despistada que solía ser. ¿Acaso los padres de Elisabeth no habían pensado en ella? ¿Se quedaría allí sola?
Un nudo en la garganta la impidió respirar durante unos segundos. Sentía angustia con tan sólo pensar que todo podría acabar. Se dirigió hacia el baño, cerró la puerta y se miró detenidamente en el espejo. Algo había cambiado en ella. Su larguísimo pelo rizado seguía llegándole a la altura de la cintura, el color de su piel continuaba siendo muy claro, sus labios continuaban siendo finos, su nariz pequeña y sus ojos... Los ojos expresaban con total claridad lo mal que se sentía en aquellos momentos.
Abrió el grifo y se mojó la cara con agua fría. Tenía que animar a su compañera, ella lo estaría pasando peor.
- Beth. - dijo una vez fuera del baño dirigiéndose hacia ella que fregaba su plato con el rostro empapado de lágrimas. - Beth. - No la miraba. - ¡Beth! - esta vez le arrebató el plato de las manos y ella no tuvo más remedio que mirarla.
- ¿Qué? - con un hilo de voz consiguió pronunciar aquella palabra.
- Vamos a la cama, mañana será un día muy largo.
Sin oponer ninguna resistencia se dejó empujar por Helen hasta el dormitorio, donde se cambió y acostó. En apenas dos minutos consiguió caer en un profundo sueño. Su compañera espero hasta ver que estaba dormida para levantarse y dirigirse hacia el salón donde se encontraba su teléfono móvil.
La luz se filtraba por los agujeros de la persiana pero Elisabeth continuaba profundamente dormida. El chico se sentó a los pies de su cama, agarró el mango de la guitarra con su mano izquierda y con la derecha, comenzó a hacer vibrar las cuerdas provocando que la música inundase la estancia. La chica comenzó a moverse con pesadez y lentitud. Los pies, las rodillas, la cintura, los hombros, los codos, las muñecas, los dedos y el cuello, hasta que por fin decidió abrir los ojos con cuidado.
Ya había amanecido y su amigo se encontraba a los pies de su cama con el instrumento de madera y cuerda entre las manos. Tocando una canción que ella desconocía. Por unos momentos creyó que nada había ocurrido, que no debía volver a su país natal, pero la sonrisa forzada que el chico rubio le dedicó le hizo darse cuenta de que no era así.
- ¿Qué haces aquí?
- Todo es culpa mía. - dejó la guitarra a un lado y mantuvo la mirada en el suelo.
La recién despertada se incorporó con cuidado e intentando controlar un leve mareo, se sentó junto a él apoyando su espalda en la pared. Niall se levantó bajo la atenta mirada de la chica, se dirigió a la cama vacía de Helen y se sentó de la misma manera que Elisabeth quedando frente a ella, con su guitarra a su lado.
- Por mi culpa vuelves a España.
Ella suspiró.
- No. Si debo volver a España es por culpa de mi padre y mía. Haberte conocido no es culpa de nadie y que las fotos lleguen a él tampoco es culpa de nadie. No va a entrar en razón, Niall. Yo debería haber sido más sensata y haberle hablado con más tranquilidad.
- Beth. Te echaré de menos.
Ambos se levantaron con rapidez y se fundieron en un largo abrazo.
- ¿A quién más le ha dicho Helen que me voy?
- A nadie. Me ha obligado a pasar el resto del día contigo así que ya puedes decidir que quieres que hagamos.
¿POR QUÉ-DEMONIOS-ESCRIBES-TAN-SAJDHAJFK? ¿EH? Cielo, de verdad que me emociono con todo esto. Eres tan hsdfgkasdhgasd de verdad, que no puedo! Y tu novela es muy jshdgfmjsfdmgjsd y sabes que siempre necesito más, así que PORFAVOR, SUBE EL SIGUIENTE, QUE YO AQUÍ ME MUERO, EH.
ResponderEliminarQUE MONOSO NIALL! AIIIII, Van a pasar el día juntitos AIIII Ahí hay temaaaa, pero vamos. PFFJAJAJA Ya verás como al final del día pasa algo. *GRITO AHOGADO* IGUAL TIENE UN ACCIDENTE Y NO PUEDE IR A ESPAÑA. HMMMM. Ojalá que no, de verdad. Pero es una idea eeeh JAJAJAJA ni se te ocurra que te pego, EEH.
OC, Bueno, para que lo sepas, me he puesto un límite para hablar mejor. WEEEE, Que me he dado cuenta que soy una mal hablada hasta escribiendo... buf, no tengo remedio.
Cielo, ya sabes, quiero el siguiente ahora, ¿vale? Bueno, un besico y espero que lo sepas, eres un amor. Te quiero.
Att -M, Directioner&Tributo