Había pasado dos horas hablando con Niall por teléfono y ya eran las nueve de la noche. En su interior se notaba la tranquilidad que no tenía desde que había vuelto de Londres. Se había dado una ducha, lo que había contribuido a olvidar los malos acontecimientos de la tarde. Apenas se dirigía la palabra con sus padres y sentía que era lo mejor pues, no sería capaz de mantener una conversación con ellos sin echarles en cara haberla arrastrado hasta su país natal. En el piso de abajo no se oía absolutamente nada, lo cual era extraño. A esas horas, su madre solía estar terminando de preparar la cena. Elisabeth salió de su habitación despacio. Iba a comenzar a bajar las escaleras cuando vio algo que le llamó la atención. Retrocedió dos pasos y miro fijamente hacia la pared. Con cautela, contempló fijamente el rostro de una chica muy parecida a ella, con su misma ropa, el mismo pelo. La diferencia era que esa chica tenía el rostro mucho más pálido y grandes ojeras bajo los ojos. Se atrevió a bajar la mirada por su cuerpo. Vaya, estaba mucho más gorda que ella. Levantó el brazo para tocar el cuadro, pero entonces, la imagen se movió. De hecho, imitó el gesto. Elisabeth dió un paso atrás. No era un cuadro, era un espejo. ¿Realmente era ella así? ¿Tanto le había afectado el cambio? Sacudió la cabeza y bajó las escaleras mientras miraba a su alrededor en busca de algún movimiento que delatase dónde se encontraban sus padres. Se asomó por todas las habitaciones hasta que llegó a la cocina. Sobre la mesa había una nota.
"Nos hemos ido a cenar, coge algo del frigorífico. -Mamá"
Se dirigió hacia el electrodoméstico y, cuando lo iba a abrir, retiró el brazo rápidamente, recordando su imagen en el espejo. No podía permitir que la gente viese su cuerpo de aquella manera. El timbre sonó mientras iba a beberse un vaso de agua para llenar su estómago. Se dirigió hacia la puerta en silencio, ella no esperaba ninguna visita. Se puso de puntillas y miró por la mirilla. ¡Otra vez él! ¿Qué hacía en su casa? Se deslizó hacia el suelo en silencio deseando que no supiera que ella estaba allí.
- ¿Elisabeth? Te he oído caminar hacia la puerta. ¿Estás disfrutando las vistas por la mirilla? - se burló con esa actitud tan estúpida de nuevo.
Suspiró y se levantó para abrir.
- ¿Qué quieres tú ahora?
Lucas la miró de arriba a abajo como hizo cuando ella fue a su casa. En ese momento no sintió asco por él, sintió verdadera vergüenza de que estuviese contemplando un cuerpo como el suyo. Se escondió tras la puerta. El chico frunció el ceño un segundo, pero más tarde se convirtió en una sonrisa burlona.
- Si la montaña no va a Mahoma, Mahoma va a la montaña.
¿Con montaña se refería a que estaba gorda?
- ¿Qué? - preguntó confundida.
- He traído comida china.
Lucas pasó por el lado de Elisabeth con una sonrisa, adentrándose en la casa sin el permiso de nadie. Ella contemplaba como se dirigía a la cocina e iba sacando platos y cubiertos con tanta soltura que cualquiera pensaría que estaba en su propia casa.
- Nadie te ha invitado y yo estoy enferma, no voy a cenar. Fuera de mi casa. - Habría deseado que su voz saliese con más firmeza, pero ya no podía echarse atrás.
El español caminó hacia ella con esa sonrisa que no parecía desaparecer. Sus caras estaban a muy escasos centímetros. La distancia iba acortándose mientras Lucas acercaba sus labios a los de Elisabeth con rapidez. Ella sin embargo, dio varios pasos hacia atrás mirándole con el ceño fruncido profundamente. Se podían ver destellos de rabia en sus grandes esmeraldas.
- ¿Qué haces? ¿Te crees que puedes llegar aquí e intentar besarme porque a ti te da la gana? Yo no soy tan estúpida como para caer en tus trampas.
Elisabeth pensaba que con eso le quedaría claro y que le afectaría. Nada más lejos de la realidad, pues él comenzó a reír a carcajadas. Ella tenía los ojos tan abiertos que parecía que saldrían de sus órbitas. Pero ¿¡De qué narices se estaba riendo!? Se cruzó de brazos y se apoyó contra la pared esperando pacientemente a que terminase de reírse de ella o de lo que se estuviese riendo.
Las sonoras carcajadas que retumbaban en las paredes comenzaron a cesar y el chico inspiró profundamente antes de mirarla a los ojos.
- Perdona, es que me han dicho eso tantas veces que no las puedo ni contar. Y te diré algo -avanzó un paso hacia donde ella se encontraba-; todas acaban cayendo. ¿Por qué estás tan segura de que tú serás diferente?
Porque yo estoy enamorándome de un chico que no eres tú.
- Porque no soy tonta. - optó por responder mientras se dirigía a la puerta y la abría. - ¿Te puedes ir?
De nuevo, el rió.
- Tus padres me han pedido que venga. Si tú no vas a cenar, cenaré yo, pero no me pienso ir. - afirmó rotundamente marchándose hacia la cocina.
Elisabeth continuaba perpleja. ¿Qué les pasaba a sus padres? ¿Qué problema tenían con su vida social? ¿Quienes se creían que eran? Si pensaban que ella iba a cambiar a Niall por Lucas iban por mal camino.
***
- Lo siento Niall. No puedes viajar en estas fechas. Os necesitamos a todos en Londres durante estos dos meses. Y tampoco podemos permitir que se te vea por las calles de Málaga como si nada y todos aquí trabajando. No estás de vacaciones. Las reglas son las reglas. - comunicó Tom seriamente.
El rubio le miró frustrado. ¡Sólo estaba pidiendo un día! ¡Un puto día! Nunca podían hacerles un favor a ninguno de los chicos y siempre eran muy egoístas. Entendía que fuera su trabajo pero... pero...
- ¡Agh! - gritó mientras salía de la estancia.
Ya le habían dicho sus cuatro amigos que era muy probable que no le dejasen ir a España pero no entendía el porqué. ¿En dos meses no podría ir a ver a Elisabeth? ¿Y sus vacaciones de Navidad? ¿No les iban a dejar tiempo para relajarse? No podía estar más enfadado. Todo su plan se había ido a la mierda y ahora seguro que su amiga se olvidaría de él y de su vida en Londres. Una parte egoísta de sí mismo deseaba que ella no estuviese cómoda en el lugar dónde estaba para que desease volver. Pero su parte dulce siempre sacudía ese deseo, a sabiendas de que él lo único que haría junto ella, sería hacerle daño y provocar peleas de sus padres. Sin darse cuenta había llegado a Abbey Road.
- ¡Hola Niall! - saludó la italiana con sorpresa mientras dejaba paso para que él entrase.
- Hola Helen.
Ambos se dirigieron al salón donde ella se estaba preparando para cenar. Sonrojada caminó hacia la cocina y preparó un filete de pollo para su invitado mientras éste le contaba lo ocurrido. Helen escuchaba con atención. La verdad era que le asombraba que él creyese que Elisabeth estaba a gusto en España.Y mucho más que creyese que se olvidaría de su vida en tierras británicas. Ella tenía algo muy claro; Niall no se daba cuenta de nada.
Adoro esta fic, de verdad. Jo, pobre Elizabeth... Lucas me cae fatal, la verdad. Bueno... Sube el próximo cuando puedas, vale? Tienes talento para escribir, en serio :'). Un besote! <3
ResponderEliminarCielo, tus comentarios animan muchísimo, ¿Te tengo en Twitter o en Tuenti? Porque todavía no he avisado a la gente de que he publicado y ya me has comentado y asdfghjklñ. Jo, que ilusión. Muchísimas gracias, quiero dejar claro que eres la primera persona a la que le contesto al comentario, no suelo responder estas cosas, bien porque estoy desde el móvil o bien porque me da pereza. Gracias por todo<3
EliminarGracias, yo solo te digo lo que pienso. No, no me tienes en twitter ni tuenti, pero siempre miro si subes capítulo, no me había dado cuenta de que me habías contestado... Me siento afortunada de ser la primera jajajajajaja. Y gracias a ti por escribir así. :') Un beso cielo. <3
EliminarAtt: @liavicent